¿Por qué detesto el facebook aún estando inmerso en él?
Denominado como una red social más, de las muchas que existen, como si no fuera suficiente con Hi5, my space e incluso el Messenger que después de que salió al mercado fue un furor al que todos en determinado momento y en mayor o menor escala tenían acceso.
Aunque esta llamada red social fue creada en un inicio para los estudiantes de la Universidad de Harvard y luego abierta a nivel mundial, a estas alturas del partido nos encontramos, con la para nada grata sorpresa de que en Colombia somos los más desocupados y por eso somos el país con más usuarios de Facebook en Iberoamérica sin ser el de mayor p

La red ha recibido bastante atención de todos los puntos del mundo por la facilidad para obtener una cuenta y así mismo para contactarse con personas de todo el mundo y no como se había pensado en un primer momento, que sirviera como una red para hacer contactos netamente de negocios o académicos, por el contrario se ha convertido en una red de contacto con todos y entre todos para averiguar la vida de los mismos y así hacernos la vida un poco más difícil o “alegrárnosla” cuando sabemos que él o aquel triunfo o por el contrario terminó con su pareja de toda la vida.
Así es que gracias a Mark Zuckerberg, creador de la red, hoy tenemos un gran portal en la que podemos conocer hasta el secreto más íntimo de aquel amigo que siempre hemos querido, si es que es capaz de revelarlo y ponerlo dentro de su perfil para que en realidad todos conozcamos quien es él en realidad y podamos ser amigos más allá que por las fotos de los viajes que publica o las apariencias que debe guardar ante la sociedad que vive para no ser juzgado. Puede que esté llegando a extremos al tratar asuntos como este, pero estoy seguro que más de uno lo piensa antes de abrir el facebook.
Sin embargo, la idea de una comunidad como esta, no es nueva, desde 1980 con Geocities ya se venía gestando claro está no con todas las cualidades que esta nueva gran red alcanza a tener. Su expansión fue rápida y muy bien aceptada por los más de 90 millones de usuarios alrededor del mundo y las empresas que poco a poco se han ido asociando para hacer enlace con esta plataforma, sin embargo, no es gratis que en países como Irán, Birmania y Bután esté prohibido.
Ahora bien, en facebook, encontramos amigos, grupos de toda clase, podemos dejar mensajitos, dar regalitos virtuales, publicar, ver y comentar fotos de nosotros y del resto de nuestros amigos, saber que hacen, donde se encuentran, saber si tienen pareja si han podido viajar, estudiar o si simplemente son unos fracasados y estamos por encima de ellos. Que buenos servicios los de esta gran red.
Yo, aunque en un principio estuve reacio a tener una cuenta allí, ya me he visto inmerso dentro de esta “sociedad de masas” a la que todos accedemos para chismosear que están haciendo los demás, para distraernos buscando gente y mandando regalos ridículos, ahora pasamos más tiempo frente al computador leyendo y escribiendo mensajes e incluso preferimos mandar un dibujo animado con forma de cocktail en lugar de irnos a tomar uno de verdad y charlar frente a frente con las personas que “queremos” de algún tema más interesante, ciertamente, que este.
Y el punto del asunto se encuentra allí. Con el avance de la tecnología ha sido claro que el acto comunicativo que en un principio era por señas, luego por medio de símbolos y de manera oral, ahora de oral no tiene nada, ya ni siquiera somos capaces de llamar a un amigo a desearle un feliz cumpleaños, ahora le mandamos una postal interactiva que no nos cuesta nada o un e-mail que sale incluso más rápido o mejor aún, le escribimos en “el muro” de Facebook sin tener cuidado con la gramática ni muchos menos la ortografía y mientras tanto nos damos cuenta que a él como a muchos les vale 5 si los saludan o no el día de su cumpleaños pues casi nunca recibimos una nota de agradecimiento por “haberse acordado” de tan importante fecha… ah, pero cierto que no nos acordamos, el mismo sistema nos dice, si no fuera por el Facebook ni sabríamos quien se murió y mucho menos si cumplió un año más de vida.
Y el punto del asunto se encuentra allí. Con el avance de la tecnología ha sido claro que el acto comunicativo que en un principio era por señas, luego por medio de símbolos y de manera oral, ahora de oral no tiene nada, ya ni siquiera somos capaces de llamar a un amigo a desearle un feliz cumpleaños, ahora le mandamos una postal interactiva que no nos cuesta nada o un e-mail que sale incluso más rápido o mejor aún, le escribimos en “el muro” de Facebook sin tener cuidado con la gramática ni muchos menos la ortografía y mientras tanto nos damos cuenta que a él como a muchos les vale 5 si los saludan o no el día de su cumpleaños pues casi nunca recibimos una nota de agradecimiento por “haberse acordado” de tan importante fecha… ah, pero cierto que no nos acordamos, el mismo sistema nos dice, si no fuera por el Facebook ni sabríamos quien se murió y mucho menos si cumplió un año más de vida.
El acto comunicativo se ha reducido a escribir frente a una pantalla y a leer mensajes, para eso sería mejor quedarnos mudos, finalmente todo lo que necesitamos para hacerle saber a la otra persona que lo queremos no es ni siquiera una llamada.
Así las cosas, no creo en realidad que Facebook nos conecte con nadie, más bien nos aleja cada vez más hasta que llegue el momento de ser personas solitarias, apartadas de todo el mundo pero a la vez tan cercanas por medio de una pantalla que hasta permite, fingir, mentir y ocultar nuestra verdadera identidad con los arreglos que photoshop permite hacerle a nuestras fotos en las que parecemos cosas perfectas, a las cuales, incluso podemos criticar.
Ahora bien, ese aire de importancia que se genera dentro de esta gran red, no se hace esperar, porque el que tiene la fotos más bonitas o incluso el que tiene el mayor número de amigos y que no tiene nada más interesante que hacer que resolver quizes que han sido programados de tal manera que la secuencia de repuestas se repitan N número de veces, es el más interesante de todos, pues ha sabido construir una representación artificial muy bien formada de lo que ni siquiera es.
No son mentiras, el hecho que de boca en boca las personas se enteren si hemos salido a pasear, o si nos hemos quedado en casa con la pareja que tenemos y que cinco minutos después aparece reportada como soltera, si ya nos hemos graduado, si trabajamos, si nos gusta tal o cual canción o esta o aquella película. Lo más absurdo de todo es la creación de grupos incluso en contra de personas, porque claro está que una cosa es pertenecer al grupo de: “la liga contra el cáncer” y otra pertenecer al grupo de “yo también odio a…” lo cual es completamente aterrador, mal intencionado y denigrante desde cualquier punto de vista.
Toda nuestra vida en manos de unas personas que han creado una red para saber que hacemos y casi tenernos vigilados a cada paso que damos, mientras descuidamos nuestros propios valores y nos olvidamos no solo de un acto reflexivo sino comunicativo y mientras el tiempo pasa y la vida se nos va seguimos frente al computador averiguando los chismes de los demás e incluso ya no es necesario decirle a una persona que no queremos tratar más con ella, simplemente la borramos del facebook y automáticamente ha quedado borrada de nuestra vida sin dar explicación alguna, el mensaje es captado correctamente cuando para sorpresa del otro se da cuenta que ha sido eliminado y no puede comunicarse ya por medio de esa pantalla con aquella persona que hace 2 horas y 50 minutos era su “amigo”.
Ya estoy inmerso y creo que no mucho puedo ser, yo mismo lo decidí finalmente, pero si estoy seguro de algo, entre hablar con alguien mirándolo a los ojos y escribirle a través de una pantalla prefiero ejercitar los músculos de mi cara y no los de mis manos, afortunadamente aún puedo admitir lo que soy en frente de quien sea y entablar una conversación decente con las demás personas que me rodean, finalmente es mucho mejor demostrar el afecto viéndolos a la cara y no escondiéndome tras una pantalla y muchas veces quizás fingiendo o que finjan ante mí un sentimiento que en realidad no existe.