lunes, 14 de mayo de 2007

Antes un sentido... ahora un objeto

Este es el segundo de 4 cuentos de una colección que escribí; ahora es un objeto el que habla y deja ver ciertos secretos que se esconden en su propia intimidad.

TÁLAMO
Y después del beso hasta yo estaba a punto de llorar, había sido algo realmente bello; me sentía más cómoda que de costumbre aunque no era uno como todas las noches sino dos cuerpos largos y esbeltos los que reposaban sobre mí, respiraba hondo, esperando que se quedaran quietos o al menos que se movieran en cámara lenta si decidían cambiar de posición y como parecía ser una noche larga esperaba que ahora si cerraran pronto los ojos hasta que un nuevo amanecer vislumbrara, era el más fuerte deseo que podía tener en ese momento, pues aparte de todo lo que estaba sucediendo esa noche por primera vez entre esta pareja de enamorados hacía un frío insoportable que por sectores de mí se combinaba con calor humano, algo que por cierto disfrutaba bastante noche a noche y en ocasiones durante gran parte de la mañana o aquellas tardes eternas. Finalmente mi deseo no se hizo realidad, sabía que hacia falta algo esa noche, sin embargo, esperé que se contuvieran, pero la carne es débil y el deseo se hizo presente y ahora sentía miedo, llevaba varios años en la misma posición y creo que nunca o al menos no recuerdo que me hayan hecho mantenimiento, incluso, en ocasiones, por partes sentía dolor y producía un chillido algo fuerte que no era el mas agradable de los sonidos, pero esta vez, con esa fuerza con la que se movían estos dos personajes seguramente algunos milímetros me movería yo y el ruido se podría precipitar desde muy dentro mí, haciendo saber que algo de pasión estaba ocurriendo y aunque traté de evitarlo, no lo logre, cada vez con más fuerza ella gritaba, él se movía y me movía a mi y yo sentí desarmarme, presentía que en cualquier momento me destrozarían por completo, pero no, todo terminó justo a tiempo, ellos estaban complacidos y yo no me quejo, después de todo nada malo sucedió pero menos mal había terminado rápido pues no había sido fácil para mí soportar tanto peso y a esa velocidad de movimiento.
Ya iba entrando en calma, sentí que me cubrieron bien con las cobijas y comenzaba a sentir calor, de repente ella movió sus piernas fuertemente golpeándome y parecía estar incómoda, lo que no entiendo es porque si mi superficie era suave y era bastante amplia como para que se extendiera, pero al parecer él no la dejaba apartarse de su lado, era la primera noche que llevaba a alguien para compartirme, siempre habíamos sido él y yo, desde que salí de la tienda de muebles de un centro comercial del norte de la ciudad, recuerdo que llegué a esta pequeña habitación y siempre me han vestido con grandes y calurosas mantas y encima mío más de 7 cojines de diferentes colores se han acomodado, esto me da un estilo muy fresco y juvenil, además he soportado golpes muy fuertes, cuando él llega de mal genio o triste y se desahoga conmigo, en ocasiones llora y otras veces me agarra a puños de la rabia que le da, también pasa horas recostado viendo televisión y hablando por teléfono y de vez en cuando parece loco hablando y preguntándome cosas que yo ni entiendo; mis pensamientos se fueron dispersando, ya se habían quedado dormidos muy juntos y faltaba poco para que amaneciera.
No pasó mucho tiempo cuando sentí una brisa repentina que me recorrió de arriba y abajo, ya había salido el sol, algo brusco se despertó él y quito las cobijas, miro su reloj y sabía que ya era tarde, el sol estaba en un punto alto del cielo lo que indicaba que había pasado más de media mañana, asustada por supuesto se despertó ella, dio varias vueltas sobre mi y luego sí, se alejo; los dos salieron del cuarto, dejándome ahí sola, a medio cubrir, para entonces había una gran ventaja y era que el calor del sol me comenzaba a calentar cada parte de mí, mientras veía el desorden de ropas y hasta los tenis de él, algo sudorosos que se encontraban en el suelo muy cerca de mí.
Era Lunes y otra semana más comenzaba, sería una semana común y corriente, nada extraño sucedería, en minutos regresarían de bañarse, se secarían parte por parte de su cuerpo y colocarían las toallas mojadas y algo frías sobre mí, ahí las dejarían por largo rato mientras él elegía con que ropa se vestiría y ella se colocaría las prendas del día anterior pues para mi fortuna creo, ella no vivía conmigo, así que él se sentaría desnudo sobre mi y comenzaría a vestirse con esa elegancia juvenil que lo caracterizaba, cambiaría todo desde sus tenis hasta su camisa pasando por su ropa interior, y toda la ropa sucia del día de ayer la tiraría al suelo cerca de mí como si viera una caneca de ropa sucia a mi lado, era un desorden extraño que luego vendrían a recoger o al menos eso esperaba yo.
Y así, tal cual fue, regresaron de bañarse el cuerpo y luego de un rato salieron de la habitación algo apresurados. Pasaron algunos minutos, el sol aún me calentaba bastante, podía ver el desorden del suelo y los afiches del techo que claramente me dejaban ver que él era fanático de Shakira y una combinación algo rara, porque había tarjetas de amor, afiches de Rock & Rol y algo de los Beatles, sin dejar atrás a Madonna; al lado mío estaba la computadora sobre un gran mueble de madera y lleno de muchas otras cosas, entre esas un teléfono y justo cuando hablo de éste, su sonido me hace dar un sobresalto, pero ni modo de yo contestar, de repente sentí pasos algo más fuertes, era la señora de la limpieza que ya había llegado a cumplir con sus labores y aunque corrió hacia el teléfono, este dejo de sonar tan pronto los descolgó. Y ahora iba yo, me quitaría el peso de las mantas de encima y justo en ese instante recordé que era inicio de mes y de semana por lo tanto me haría una limpieza exhaustiva.
Comenzó con la aspiradora a hacerme cosquillas en mi superficie y me dejo un buen lapso de tiempo sin cobijas, las anteriores, que olían a noche de pasión serían lavadas y esta noche habría unas sábanas limpias para comenzar un mes con una actitud algo más fresca y placentera para todas aquellas cosas que iban que suceder. Luego de una hora, sobre mi se extendieron largas mantas limpias de diferente color y con un diseño un poco más serio que el de antes, dos almohadas, los mismos 7 cojines y un detalle que se me había pasado, un perro ridículo que ella le había regalado a él, perro que no dura mucho tiempo acomodado, pues tan pronto llega él lo tira al suelo para que no le estorbe y poderse acomodar confortablemente sobre mi.
Y así, paso las horas sin hacer mayor cosa, aunque recuerdo un día que la empleada muy espontáneamente encendió el televisor y se recostó sobre mí en lugar de hacer la limpieza que es, por supuesto, por lo que se le paga, sin embargo, esto de no tener boca y no poder hablar me deja imposibilitada para acusarla, aunque si recuerdo que la hice sentir incómoda durante el largo tiempo que ahí estuvo, pero se aguantó, debe estar acostumbrada a dormir mal, la verdad no me interesa, ahora solo espero a que él llegue descargue sus cosas sobre mi de una forma algo fuerte y luego ya entrada la noche se disponga a dormir agradeciendo a Dios por ese lugar confortable en el que le es posible descansar.

CONTINUARÁ...

1 comentario:

Anónimo dijo...

Que muniiiiiiiiiito !!!

Qué puedo decir... Este cuento simplemente me encantó.

Escribes muy lindo.

Tati