Aunque las cosas por conocer son seguramente muchas, los días comienzan a bajar su intensidad, ya no son novedad los gigantescos edificios con formas diferentes, ni la cantidad de asiáticos con acentos diferentes de china y japon, tampoco los indios ni los indonesios, mucho menos pasa desapercibida la belleza de las mujeres de filipinas, ahora hay tiempo para admirar y disfrutar del ambiente de una manera más interna, mezclarse entre la gente resulta agradable porque el extranjero es uno, en un 99 por ciento seguro que nadie entiende español, así que resulta gracioso hablar de la gente sin que lo entiendan, así harán ellos con uno, sin duda alguna.
On tantas fotos que hemos sacado, el facebook se llena poco a poco y la gente da un viaje virtual por los lugares que yo he visitado, el twitter ha estado descuidado, pero aún así se me ocurren cosas que publicar como por ejemplo, pensar en que así como las personas aparecen en las fotos que uno toma, en cuántas fotos de los demás aparecerá uno y jamás lo sabrá, cuántas de estas serán subidas a internet.
Decidimos así comer en un restaurante español, una paella valenciana con un botella de vino marquéz de cáceres a la orilla del rio, mientras el sol se ocultaba y las luces de colores se encendían para poner algo de belleza artificial a lo natural del ambiente que por momentos era inspirador de emociones y mils sentidos.
Estamos comenzando a ver la otra cara de Singapur, la que no es glamurosa ni avanzada, la que nos permite disfrutar.
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