lunes, 1 de agosto de 2011

DE REPENTE, EN CHINA

Amaneció el sexto día en Singapur con la firme idea de hacer una visita obligada al popular "chinatown" o barrio chino que en muchos países del mundo existe y que resulta peculiar a la hora de ir a conocer y pasar de repente, de estar en Singapur, a estar en un lugar totalmente chino.

Para nadie es un secreto que los chinos, han comenzado a propagarse por el mundo de una manera considerable y en países como Singapur se han establecido y mezclado entre las diferentes razas asiáticas que abundan acá, entre una mezcla de idiomas y ojos rasgados en los que su belleza rara y exótica predomina, sin embargo como era bien conocido ya por mí del barrio chino bonaerense, este no se distanciaba mucho, más que en que aquí por la gran cercanía con su país, los chinos dentro de su barrio, aparte de todo el comercio en serie de lo que comúnmente se llaman productos chinos, algo innovadores y raros, tienen un templo budista gigantesco y hermoso, donde acuden a rezar.

Este templo es impresionante, a la entrada se podían observar varias personas que tomaban un incienso en sus manos, miraban hacia adentro del templo, luego inclinaban sus cuerpos varias veces con el incienso aún en las manos y luego lo ponían sobre un soporte redondo que había a la entrada, donde ya habían muchos más de estos para luego proceder al templo a ver y rezar ante las diferentes figurillas en diferentes posiciones de los budas con diferentes posiciones cada una las cuales simbolizaban distintas cosas, prosperidad, tranquilidad, amor, salud, entre otras. Adentro el templo estaba rodeado de solo estatuillas, de pared a pared y de techo a piso, en la parte frontal tres gigantescas y frente a estas mesas y sillas donde se sientas las personas a rezar, sitio al cual no teníamos acceso, por supuesto por respeto, sin embargo, lo que se lograba apreciar era una encuentro consigo mismo de todas las personas que se encontraban allí rezando; tranquilidad, paz, calma y silencio que era interrumpida por momento por los turistas que subían el tono de voz, o inlcuso el sonido y la luz del flash de las cámaras, aunque nada de esto hacía que la religiosidad y devoción del lugar se perdiera del todo, llegó a ser uno de los sitios más curiosos vistos por mí en este barrio chino.

Cada día que pasa, la cultura asiática se va revelando como una cultura devota y creyente, tranquila, en cierta medida que se aliena gracias a la irrupción de la tecnología, siendo esta última la más presente en las nuevas generaciones a las cuales les es fácil el acceso a maquinaria tecnológica de todo tipo.

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