lunes, 30 de abril de 2007

Inadvertido...no apresurado.

Hace volar,
Deja pensar
Obliga a parpadear una vez más
Intenso de principio a fin
A veces lento para dejar percibir
Lo que puede pasar inadvertido
En un juego macabro del destino.
Sólo se siente dulzura,
Un gran sabor y aroma del mediterráneo.
Es posible olvidarlo
Quizás volver a experimentarlo
Querer una y otra vez
Y que el reloj se detenga
Para que no se apresure el amanecer.

miércoles, 25 de abril de 2007

OBSERVAR, PROHIBIDO TOCAR.

Cuando aún el sol se deja ver, muy cerca de las montañas y el cielo, como es costumbre, casi siempre nublado, se comienza a cerrar aún más, en el mundo ocurre más de un ciclo de vida, algunos mueren mientras otros nacen, unos salen y otros entran, de igual manera, algunos juegan y para otros es más que un juego.

Es un día más de la semana, el cansancio agobia hasta al más perezoso, incluso al indigente que ha caminado todo el día, al ladrón que no ha logrado robar nada durante horas, sin embargo, al llegar el atardecer, ciegos y videntes se deleitaran con la despedida del sol, mientras otros que ven pasar la vida sin ponerle mayor atención, continúan su rutina y otros encerrados en un recinto largo, mas no ancho, pequeño y estrecho se divierten frente a grandes pantallas, que permiten reflejar en sus ojos, imágenes computarizadas, enviando constantemente al cerebro estímulos que a su vez generan respuestas que permiten responder bien ante la máquina, ganar puntos y no perder la vida en una lucha contra imaginarios, incluso desconectados de este mundo, en el cual, al mismo tiempo ocurrían desastres naturales, cientos de personas caminaban, otros corrían y yo miraba sigiloso, sin perder detalle alguna y con un aviso de prohibición enfrente y mi morral lleno de libros y cuadernos me delataban, era el lugar y no sé si la hora equivocada.

Cada persona que me empujaba al entrar y luego volteaban a mirarme con una mirada lasciva, era una persona más, pero diferente, incluso aún no he entendido porque me tienen prohibida la entrada si en todo lo que veo hay gente mucho menor que yo, no hay control y una desmedida hazaña de aquellos aficionados podría significar quedarse allí por siempre, tener una cita todos los días con una maquina que te hace viajar a mundos diferentes, pero el mundo real está afuera, a la vuelta de la esquina te encuentras con una anciana que vende periódicos y dulces, mas adelante un indigente resentido con la vida que no le queda más que pedir dinero y comida y quien no se la de seguramente será insultado sin justificación alguna, pero es claro que ese mundo donde ocurren cosas como estas que nos dan tristeza, también suceden maravillas, un sol, un cielo, la brisa, el amor de no una, sino muchas personas, sin embargo no es eso lo que nos hace olvidarnos de este mundo que a veces parece agobiarnos, es la irrealidad del mundo que se vive en este pequeño rincón que me encuentro observando desde hace ya más de una hora, el sol ya se está poniendo y la luna apenas comienza a visualizarse, el frío aflora en la piel de cada uno de los que nos encontramos afuera.

En el fondo del sitio, un trabajador aburrido dentro de una cabina, cuenta dinero, por sus manos pasan incluso millones de pesos al día, plata que será llevada a un hombre poderoso, que ha comprado cada una de esas maquinas con las que la gente se divierte, para él es negocio que la gente se envicie con los juegos, pues entre más gente vaya, más dinero tendrá él al final del día.

Un hombre de corbata, se masajea las manos, se seca el sudor de la frente, se ve un poco agotado; no le sucede igual a su acompañante, una joven vestida de forma insinuante; minifalda, blusa con escote grande y botas de tacón alto, sus ojos rojos dejan ver que lleva horas jugando allí.
Al fondo cerca de una puerta de color azul, un hombre habla por celular y sus gestos me hacen percibir que discute con alguien; aún sin saber que sucede lo miro fijamente, en ese instante alguien entra corriendo y me empuja fuertemente, es un hombre vestido de negro y chaqueta de cuero quien entra buscando a alguien, va hasta el fondo donde se encuentra el hombre del celular, este lo guarda y discute con este nuevo hombre, el hombre que acaba de entrar le entrega un paquete de forma disimulada y el otro un fajo de billetes, sin embargo, la mirada potente del hombre que recibe el paquete se enfoca en mi, da vuelta y se viene hacia la puerta del sitio con paso firme y a toda velocidad; yo, extrañado miro a lado y lado para ver hacia quien se dirige el hombre y la gran sorpresa es que solo estoy yo, leyendo un aviso que dice: “PROHIBIDO EL INGRESO DE PERSONAS MENORES DE 14 AÑOS”, en ese instante el hombre llega hacia mi, se ve algo rudo, su barba negra no deja ver su boca, pero me mira de forma penetrante y a la vez con miedo de que yo haya visto algo más de lo que debía ver, de repente el hombre voltea la mirada hacia el lado izquierdo de la calle, lado por el cual se aproximan 4 policías con paso firme y al mismo ritmo que se mueve la ciudad, es así pues, como el hombre sale empujándome y con paso un poco apresurado.

Los policías parecen estar caminando como 4 más de los transeúntes de la zona centro de la ciudad, sin miedo me quedo de pie, al fin y al cabo no tengo ningún pie dentro del establecimiento, el pedazo de calle sobre el que me encuentro no es prohibido para mi, ni para nadie; luego de unos segundos, los policías entran al establecimiento dan un paseo por este y antes de salir piden los documentos de identificación de dos muchachos que se encuentran en un simulador de carros de carreras, ellos, vestidos con pantalón ancho, camiseta grande y cachucha se levantan y sacan su billetera; para ese momento en la pantalla de los simuladores los carros se verán estrellados y un grande y colorido “GAME OVER” habrá anunciado el fin del juego y el incremento de los gastos de estos muchachos, pues deberán pagar de nuevo para continuar jugando, los policías reportan los números de identificación, susurran algo, les devuelven las tarjetas de identidad y salen del reciento.

Los minutos pasan y yo aunque no he tocado ninguna de esas máquinas ya me envicié, pues hace 4 días que vengo a mirar lo mismo, gente emocionada y de toda clase, incluso gente que entra a diario a gastar el poco dinero que tienen y luego los oigo lamentándose y pidiendo plata para el pasaje de un bus de esos viejos que cuesta novecientos pesos, dejando sin los cincuenta pesos del recargo nocturno al conductor del bus que lleva trabajando desde muy temprano en la madrugada.

Ahora es el momento de confesar, que nunca había visto a una mujer que se encuentra en el fondo del local de videojuegos, vestida de forma algo insinuante, ha pasado de máquina en máquina observando el gran talento de los aficionados para ganar puntos y hastiada lógicamente por el olor que este lugar expide después de horas de ingresar y salir gente de allí, el humo de los carros que alcanza a entrar y que genera un ambiente algo oscuro y denso, en el cual suceden demasiadas cosas en un minuto; y que más se podría decir después de horas de observar, ya incluso las luces de la ciudad se han encendido y la calle aunque peligrosa es siempre, ahora es más atemorizante, la gente va y viene, observa y habla, fuman, beben y se drogan, pelean y cantan; y sin perder el rastro de esta mujer nueva, quien saca de su pequeño bolsillo trasero un espejo, se observa de forma coqueta, se acomoda su ropa, guarda de nuevo el espejo y ahora saca una navaja bastante filosa, de color negro, algo gruesa, caminando hacia la puerta con esta arma blanca en la mano, coge una de sus manos y corta la uña de su dedo índice izquierdo, la deja caer al suelo, llega a la puerta, gira hacia la derecha, sale pero ahora cortando la uña del dedo del medio de la misma mano, se aleja algunos centímetros; y yo, mirando mi reloj me doy cuenta que llegó el momento de retirarme de la entrada de este sitio.

Solo tengo lo del pasaje de regreso a casa, he faltado a la escuela y debo llegar a fingir hacer mis tareas para que mi madre no piense que el dinero que ella gana con gran esfuerzo en su trabajo de 12 horas en una fábrica textil está siendo desperdiciado por mi y mi vicio que no me deja en paz; de repente miro de reojo, la mujer que salio con la navaja ha apuñalado a un hombre que venía caminando por la mitad de la acera, sacándole la billetera del bolsillo, se de a la fuga, para encontrarse con los policías quienes vienen en su ronda de regreso por la misma calle y que junto con los gritos de la gente confundidos con el ruido de la calle, se alertan y detienen a esta malvada mujer que solo quiere conseguir dinero para poder comer algo, pues estaba tan delgada que parecía no haber comido durante varios días.

Con la conmoción de la gente y mi reloj marcando en punto las 8 de la noche, introduzco mi mano en el bolsillo, y le hago la parada a un bus que me llevará a mi casa, si antes no ocurre algo que me retrase aún más, eso está claro, sin embargo, el conductor del bus, ignorándome sigue derecho y no me deja subir a su bus; el frío comienza a ser fatal, al menos yo puedo llegar a mi casa y encontrar algo de comer y una cama suave y caliente, a diferencia del indigente de la acera de en frente, quien, tendido en el piso y en posición fetal trata de darse calor consigo mismo para poder dormir sin dolor de cabeza y hasta el sol de mañana, que anunciará otro día más de actividades productivas para todos, sea cual sea el objetivo que busquemos en nuestra vida, sin importar lo buenos o malos que podamos parecer ante el resto de las personas, persiguiendo nuestro bienestar y quizás no, el de los demás.

lunes, 2 de abril de 2007

Uno más de mis cortometrajes

Tomado de un cuento de Antonio García quien estudio literatura en la Universidad Javeriana, titulado “Retrato de familia con Papá Noel.”

Uno más de nosotros

Todo comienza a las afueras de una de las sedes de un banco en Bogotá-Colombia.
Alfredo, el gerente del sitio habla con un policía a quien da la descripción de los asaltantes que minutos antes habían irrumpido allí para llevarse el dinero y las pertenencias mas valiosas de las personas que allí se encontraban, sin embargo, la descripción que el daba era bastante familiar.

Según Alfredo, eran unos hombres que vestían un traje rojo, cinturón y botas negras, panza, barba blanca, un costal y en la cabeza un gorro rojo con una borla blanca en la punta.

Según el gerente los asaltantes estaban armados y además desarmaron al guardia y dieron la orden de que todos se tiraran al suelo, luego de encañonar al cajero se llevaron el dinero de la caja fuerte y pronunciando el típico jo jo jo ¡feliz navidad!
se marcharon.

Los testigos prefirieron no hablar y seguir las instrucciones de los policías, mientras los paramédicos ayudaban a una anciana en shock, además el gerente aseguro que no tenia referencia del vehiculo en que se dieron a la fuga.
En ese momento un pequeño intervino asegurando saber en que se habia ido estos peculiares ladronbes, así que atino a decir que se habían fugado en un trineo remolcado por 12 renos, volaron al polo norte y compraron regalos para los niños de todo el mundo; soltando una leve risa, el policía se alejo de él y por su radioteléfono dio la descripción de los asaltantes a la demás unidades.

Mientras tanto, al occidente de la ciudad frente a una bodega llamada "El reventón Navideño Superofertas", Mauricio Mosquera, maldecía su mala suerte y la falta de dinero ya que su licorera había sido embargada con lo que no alcanzo a beberse, su mujer lo abandono, se llevo a su hija y hasta sus calzoncillos.
Ahora vivía en un barrio marginado en una pieza de 2 por 2 que compartía con las ratas.
Se escondía bajo un traje de papa Noel predicando las bondades del Reventón Navideño totalmente borracho y cantando incoherencias, haciendo que los compradores se alejaran del lugar.

El dueño del negocio al ver este bochornoso espectáculo decidió prescindir de los servicios de Mauricio como voceador.
Mauricio decidido a pedir clemencia vio como en frente se estacionaba un carro de donde se bajaban dos papa Noel y entraban corriendo al banco contiguo al almacén, un tercero aguardaba en el carro esperando a los que entraron al banco, ninguno de ellos reparo en Mauricio, pero él sintiéndose respaldado por la solidaridad del gremio se envalentono con el jefe y así subió al carro sin mas ni mas; el conductor alarmado solo quiso preguntar por que se había subido al carro, a su vez, el jefe que tampoco entendía, no pretendía perder el disfraz y se dirigió al carro para sacarlo por la fuerza, el conductor decidió salir y arreglar todo por los golpes, de repente los otros papa Noel salieron del banco armados y directo al carro haciendo que el jefe se arrepintiera, entre la confusión ya eran cuatro papa Noel dentro del carro. Los tres iniciales comenzaron a discutir por la aparición del cuarto.

Entre tanto los policías ya iban tras ellos en una rápida persecución y dentro del auto de los bandidos se desataba una gran discusión.

El escape apenas comenzaba, la ruta era peligrosa debido a los demás autos que transitaban y las condiciones del terreno, entre tanto Mauricio se quedaba dormido lentamente e iniciando un sueño en el que podía ver una pista de baile de una discoteca y una pantalla donde se presentaba su mujer bailando exóticamente y le decía que ella era su regalo de navidad dirigiéndose a un papa Noel al que no se le veía la cara, pero todos alrededor se reían hasta que una de las mujeres del lugar le vociferaba que su mujer lo había abandonado, que se le había llevado a su hija Leidy Shakira, pero él decidió darle la espalda para ver que su mujer le cortaba la cabeza al papa Noel que no era nada mas ni nada menos que él mismo.

Mauricio, que veía esa escena tan dantesca se llevo las manos al cuello para agarrarse la cabeza y en ese momento su hijita lo tomaba por el pantalón preguntando por su ausencia, pero al ir a abrazarla, su cabeza rodó. En ese momento una voz que se quejaba de dolor de cabeza lo despertó, era la del conductor que freno en seco en medio del camino y aterrados los demás por el disparo que le atravesaba la cabeza solo atinaron a abandonar el vehiculo.
Pero el mismo conductor siguió los pasos de sus secuaces y a la mitad del camino se desplomo y los otros dos a penas se alejaban en la distancia.

Mauricio se aproximo al cadáver y tomo el costal que pesaba bastante y comenzó a caminar en dirección opuesta al sonido de las sirenas.

Salio a una avenida, tomó el primer bus y se apresuro a sentarse, luego quiso mirar dentro del costal para darse cuenta que era millones y millones de pesos y sin poder creerlo siguió la ruta.

Ida y Vuelta por un primer cortometraje

DE IDA Y VUELTA

Era una mañana oscura como desde hace una semana venían siendo y Esteban se encontraba en su cuarto, el cual es iluminado tenuemente por la poca luz que entra por una ventana abierta, las paredes están cubiertas por dibujos y afiches de sus bandas de música preferidas; es un lugar desorganizado y caótico, en el suelo hay demasiados papeles y sobre el escritorio algunos lápices, carboncillos usados, libros de dibujo y arte y una pequeña lámpara roja que lo ilumina.

Esa mañana, Esteban mira por la ventana de su cuarto un árbol al que poco a poco se le v
an cayendo las hojas; con triste mirada observa la fría atmósfera, mientras con sus manos se arregla su largo y liso cabello, respira profundamente y se dirige hacia su cama, se sienta y coge con sus manos una foto que hay encima de su mesa de noche, en esta se encuentra Esteban abrazado a una mujer, después de unos segundos de contemplarla se levanta de la cama, va hacia su escritorio, busca una hoja entre su desorden, la encuentra, es una carta, así es que deja la foto encima y comienza a leer la carta.

“Mi único amor: Las cosas no han funcionado últimamente y aunque he llorado por la decisión que he tomado, creo que es en este momento es lo mejor. Aunque no sé la razón por la cual hoy quieras soltar mi mano te aseguro que la mía sigue aferrada a lo que un día empezó y aún no acaba. Finalmente entre el caos, el silencio de tus palabras me hela hasta el alma De repente mis sueños se convirtieron en los tuyos, abracé con felicidad lo que más deseaste y supe que tú música era lo único que mis oídos querían escuchar, por esta razón no una sino miles de veces fui tuya, al compás de tus manos me inventabas historias que cada noche me hacían repetir que nunca de ti lejos estaría. Muchas de las noches transcurrían como sangre en las venas y entre copas que repartíamos sin medir. De tus marcados brazos no me podía zafar, mi lubricidad acrecentaba tú poder y en principio cuando escuchabas mis razones me permitías pronunciar lentamente el sabor que me daba la vida, podías tocar mi pulso y leerme sin siquiera rozar un centímetro de mi piel y por eso creías que definitivamente de tú lado jamás me iba a marchar. Tu sabes que mi ilusión es la vida, mi vida..., tu vida..., pero controlarla ha sido mi gran desilusión y cuando logre salir de mi cuerpo para entregarte mi esencia me sorprendió el abismo de tu intemperancia. Para muchos vivir a tu lado era sufrir innumerables soledades y adioses, pero siempre pensé que vivir era dejar que los sentimientos más intensos fueran los que te dieran la visión de hacer lo que se debías hacer con las personas que mas deseabas. Ya entraste en mi cabeza, esta infestada de tus armoniosos acordes y aunque no sirve de nada que pares, hoy tengo que decirte que
mis sueños solo yo los puedo realizar con o sin ti. Con la tranquilidad que hoy me da la soledad miro a mi alrededor y los muros de mi corazón se ven tan cerca que parecen aplastar mis pensamientos. Tu lo sabes, a mi lado, tu cuerpo es celeste, tranquilo y lascivo, es por eso que estoy decidida a salir de tan tibio mar donde hoy naufragan mis horrores. Ahora que se acerca el insoslayable lamento del tiempo, emulo tu doctrina, tan tuya que son pocas las personas que caminan por sus pantanos Te pronuncio esto con una sonrisa transparente y así termina el estival y pronuncio con dolor que soy la sibilina que niegas sin razón aparente. Natalia.”

(Mientras se lee la carta, Esteban recuerda algunos momentos vividos entre Natalia y él durante los dos años de su relación.)
Comienza recordando aquel día en el apartamento de Esteban, cuando él ensayaba con su guitarra en su desordenada habitación, mientras Natalia brincaba en la cama de él, luego un día en la casa de Natalia, Esteban y ella se encontraban recostados en un sofá viendo una película, la cual resultó bastante aburridora para él, mientras que para ella resultó ser la película más divertida que jamás haya visto.
Después en un bar Esteban, Natalia y los amigos de este cuando se encontraban tomando y una de las meseras amigas de Esteban lo saludaba de manera coqueta insinuándosele y Natalia alcanzaba a darse cuenta, así mismo la llegada al apartamento de Esteban, donde él y Natalia un poco tomados comenzaban a acariciarse y el la acorralaba contra la pared forcejeando los dos hasta quitarse la parte de arriba ambos.

También minutos antes de salir del apartamento los dos elegantes camino a la cena con los padres de Natalia, ella le arreglaba la corbata a él y entre risas los dos comienzan a bailar hasta que el finalmente la inclinaba entre sus brazos, finalmente recuerda el día en casa de los padres de Natalia en la noche de la cena en un ambiente tranquilo y acogedor. Ya en la mesa del comedor Natalia rozaba con sus piernas las piernas de él por debajo del mantel y el solo se sonreía.

Al terminar de leer la carta, la arruga y da un golpe en el escritorio y enseguida se recuesta sobre el espaldar de la silla, recuerda la noche anterior con sus amigos entre copas, donde Andrés le decía: “Ya salga de ese despecho tan berraco” a lo que Esteban le respondía : “No, hermano, me siento re – mal” y Andrés le refutaba de nuevo “Yo se lo dije, así son las gomelas. Venga y toma un rato y se olvida de todo”. Al lado de Andrés se sienta la mesera que le coqueteaba a Esteban

En la cama de Esteban se alcanza a ver una mujer acostada quien se levanta lentamente y se acerca a el. Ella se sienta en los brazos de la silla donde este se encuentra , le acaricia la cara, pero el esquiva su mano. Esteban se levanta de la silla silenciosamente y busca en el cuarto una camiseta que luego se coloca. Mientras la mujer lo mira desconcertada, el coge su vieja
maleta y comienza a empacar su ropa. Después, mete sus cosas en cajas. Cubre los muebles con sábanas. Luego voltea a mirar a la mujer y le dice secamente: Vístete, Diana. Ella obedece, y mientras lo hace, el termina de empacar, dejando por ultimo su guitarra, que guarda con sumo cuidado dentro de su estuche. Después de hacer esto se sienta en su cama , se coloca sus viejos zapatos, coge su maleta y su guitarra. Llama a Diana con un gesto, y le dice en el mismo tono: Vamos. Salen los dos y cierran la puerta del apartamento. Bajan las escaleras. El se despide de ella con una caricia, sin decir palabra, y sale. Diana, con mirada resignada, ve como Esteban se aleja por la acera. Se queda en el portal y luego decide cruzar la calle, cosa que hace.

Simultáneamente, Natalia termina de empacar cuidadosamente sus cosas, se viste, se coge el cabello, baja las escaleras y se despide sentidamente de sus padres. Sale de su casa, y se sube al taxi que la espera. Llega a la entrada del aeropuerto y se dirige hacia la entrada. Pero, de repente, baja las maletas y se detiene. Con gesto decidido, da media vuelta y se sube de nuevo al taxi. Llega al apartamento de Estaban. Sube, abre la puerta y ve que este se encuentra vacío.
En Natalia solo se ve el abatimiento…