Uno más de nosotros
Todo comienza a las afueras de una de las sedes de un banco en Bogotá-Colombia.
Alfredo, el gerente del sitio habla con un policía a quien da la descripción de los asaltantes que minutos antes habían

Según Alfredo, eran unos hombres que vestían un traje rojo, cinturón y botas negras, panza, barba blanca, un costal y en la cabeza un gorro rojo con una borla blanca en la punta.
Según el gerente los asaltantes estaban armados y además desarmaron al guardia y dieron la orden de que todos se tiraran al suelo, luego de encañonar al cajero se llevaron el dinero de la caja fuerte y pronunciando el típico jo jo jo ¡feliz navidad! se marcharon.
Los testigos prefirieron no hablar y seguir las instrucciones de los policías, mientras los paramédicos ayudaban a una anciana en shock, además el gerente aseguro que no tenia referencia del vehiculo en que se dieron a la fuga.
En ese momento un pequeño intervino asegurando saber en que se habia ido estos peculiares ladronbes, así que atino a decir que se habían fugado en un trineo remolcado por 12 renos, volaron al polo norte y compraron regalos para los niños de todo el mundo; soltando una leve risa, el policía se alejo de él y por su radioteléfono dio la descripción de los asaltantes a la demás unidades.
Mientras tanto, al occidente de la ciudad frente a una bodega llamada "El reventón Navideño Superofertas", Mauricio Mosquera, maldecía su mala suerte y la falta de dinero ya que su licorera había sido embargada con lo que no alcanzo a beberse, su mujer lo abandono, se llevo a su hija y hasta sus calzoncillos.
Ahora vivía en un barrio marginado en una pieza de 2 por 2 que compartía con las ratas.
Se escondía bajo un traje de papa Noel predicando las bondades del Reventón Navideño totalmente borracho y cantando incoherencias, haciendo que los compradores se alejaran del lugar.
El dueño del negocio al ver este bochornoso espectáculo decidió prescindir de los servicios de Mauricio como voceador.
Mauricio decidido a pedir clemencia vio como en frente se estacionaba un carro de donde se bajaban dos papa Noel y entraban corriendo al banco contiguo al almacén, un tercero aguardaba en el carro esperando a los que entraron al banco, ninguno de ellos reparo en Mauricio, pero él sintiéndose respaldado por la solidaridad del gremio se envalentono con el jefe y así subió al carro sin mas ni mas; el conductor alarmado solo quiso preguntar por que se había subido al carro, a su vez, el jefe que tampoco entendía, no pretendía perder el disfraz y se dirigió al carro para sacarlo por la fuerza, el conductor decidió salir y arreglar todo por los golpes, de repente los otros papa Noel salieron del banco armados y directo al carro haciendo que el jefe se arrepintiera, entre la confusión ya eran cuatro papa Noel dentro del carro. Los tres iniciales comenzaron a discutir por la aparición del cuarto.
Entre tanto los policías ya iban tras ellos en una rápida persecución y dentro del auto de los bandidos se desataba una gran discusión.
El escape apenas comenzaba, la ruta era peligrosa debido a los demás autos que transitaban y las condiciones del terreno, entre tanto Mauricio se quedaba dormido lentamente e iniciando un sueño en el que podía ver una pista de baile de una discoteca y una pantalla donde se presentaba su mujer

Mauricio, que veía esa escena tan dantesca se llevo las manos al cuello para agarrarse la cabeza y en ese momento su hijita lo tomaba por el pantalón preguntando por su ausencia, pero al ir a abrazarla, su cabeza rodó. En ese momento una voz que se quejaba de dolor de cabeza lo despertó, era la del conductor que freno en seco en medio del camino y aterrados los demás por el disparo que le atravesaba la cabeza solo atinaron a abandonar el vehiculo.
Pero el mismo conductor siguió los pasos de sus secuaces y a la mitad del camino se desplomo y los otros dos a penas se alejaban en la distancia.
Mauricio se aproximo al cadáver y tomo el costal que pesaba bastante y comenzó a caminar en dirección opuesta al sonido de las sirenas.
Salio a una avenida, tomó el primer bus y se apresuro a sentarse, luego quiso mirar dentro del costal para darse cuenta que era millones y millones de pesos y sin poder creerlo siguió la ruta.
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