miércoles, 5 de junio de 2013

Un Musical Histórico vs Un Musical Sangriento



Hace días vengo publicando breves entradas con apreciaciones sobre distintas películas que he venido viendo y por supuesto con diferentes géneros y temáticas. Mis apreciaciones no incluyen más que comentarios sobre los niveles técnicos y narrativos que presentan las mismas.

En el medio hubo una entrada especial sobre el concurso de Eurovisión 2013 que fue llevado a cabo en Suecia. Y en esta ocasión quise hacer una combinación de ambas, el cine y la música, tomando como base 2 musicales bastante recientes, uno más que otro, por un lado la última versión de “Los miserables” (2012) basada en la novela de Victor Hugo y una película dirigida por Tom Hooper que cuenta con la participación de un elenco increíble: Hugh Jackman, Russell Crowe, Anne Hathaway y Amanda Seyfried; el segundo musical que he tomado es “Sweeney Todd: The Demon Barber of Fleet Street”  (2007) que no es más que un musical de terror dirigido por Tim Burton y a su vez una adaptación de la obra de Stephen Sondheim y Hugh Wheeler de (1979) y que en esta ocasión es protagonizada por Johnny Depp y Helena Bonham Carter.

Tendría que cambiar el título de la entrada en realidad, pues los dos son musicales sangrientos y aunque la sangre que corre tiene dos surgimientos distintos, cada persona cuenta como un cadáver más y un ser humano menos, por supuesto. Sin embargo, cuando hablo de musical histórico y que claramente hago referencia a la película de Hooper, pues está basada en hechos históricos que se relatan en la época de la Revolución Francesa y sus años siguientes, sin embargo, esta apunta a hablar en términos generales, tal como lo hace la obra original de Victor Hugo, sobre el bien y el mal, la justicia y la injusticia y por supuesto en tiempo de revolución los de arriba (burgueses) y los de abajo (el pueblo), por tal motivo es una obra de actualidad, sin importar el momento en que sea leída o en el caso de la película, vista.

Por otro lado la película de Burton hace referencia a un personaje “diabólico” que inicialmente llega a vengarse de los que le arrebataron a su esposa e hija en el pasado y que termina convirtiéndose en un asesino serial que, a su vez, tratan de justificar de manera bizarra con la ayuda que presta a los pasteles de su ayudante… si usted que lee, no entiende, tiene que ver la película.

Las dos películas las he puesto a la par, más allá de la temática, por el hecho de ser musicales, lo cual implica una escritura de Guión y un nivel de producción diferente en muchos sentidos, ya que los diálogos tienen que ser transformados en rimas para que puedan ser cantados y no desencajen en ningún momento, además debe conservar el sentido poético proveniente de la ópera y el sentido narrativo a donde apunta sin caer en lo banal. En un punto, debo decir, que después de un tiempo de escuchar el 80% de los diálogos cantados y con acordes repetidos, resulta tedioso verlas, mas no entenderlas, así como también es imposible, al terminar de verla no tener en la cabeza un acorde repitiéndose una y otra vez, eso es lo que yo llamo una identificación extrasensorial con el espectador, debido al uso musical como contenido principal, por lo tanto el cerebro lo asimila, en la mayoría de los casos de manera más directa, así como también en ocasiones producirá otro tipo de sensaciones como el arrullo.

Así mismo, las dos películas se diferencian radicalmente en la fotografía por 2 cuestiones principales, la temática y la estética particular que los directores manejan. En la primera, los tonos son netamente cálidos tomando como referencia ese tono zepia con el cual se evoca a la historia y la segunda más hacia los tonos grises y por supuesto el rojo sangre que suele manejar Tim Burton dentro de la gran mayoría de sus películas. El montaje, por su parte, en las dos, no tiene grandes pretensiones, simplemente va hilando la historia de manera lineal con ciertas elipsis temporales que permiten entender algunas cuestiones a nivel narrativo.

Finalmente quisiera decir que son dos grandes producciones que a nivel de cualquier otro material audiovisual deciden ligarse a una particularidad del teatro, más exactamente, a la opera y ligarlo con imágenes en movimiento en estudios de cine y con efectos especiales para tener un hibrido artístico que resulta impactante y majestuoso.


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