viernes, 15 de julio de 2011

Hay que creer en el pronostico del tiempo


Llegar a Buenos Aires después de vivir en una ciudad como Bogotá en la que el clima es tan variante, en la que no se sabe si el sol que se ve en el cielo en verdad está calentando, o mejor aún preguntarse ¿Cuánto falta para que nubes grises cierren el cielo y una fuerte lluvia avance poco a poco por toda la ciudad?, volviendo un caos el tráfico, que de por sí no anda; y llegar a vivir a una ciudad el doble de grande con las 4 estaciones bien marcadas.
Llegar en el verano fue interesante, poca ropa lucia en la gente, personas descalzas en los parques a la buena del sol extrañando la playa que en la capital federal no se ve ni se siente; la temperatura llegó a estar en 40º con un 80% de humedad, el ventilador tiraba aire caliente mientras en la ciudad de los buenos aires, el sofocante y denso aire no dejaba respirar.


Luego, el otoño me hizo recordar la temperatura de mi ciudad natal y sacar el guarda ropa restante que no había utilizado durante 3 meses, era raro no saber si hacia frio o calor, ver las hojas secas caer de los árboles, una clara referencia que tenía de lo que presumía como otoño y un anuncio de un frio infernal que se venía. Finalmente llegó el invierno y la temperatura bajó radicalmente, tuve que comprar ropas para cubrir mis orejas y hasta mis manos, comenzar a usar sacos y chaquetas y a pesar de toda la ropa posible que podría encontrar el frío me llegaba hasta los huesos sin censura alguna.


De ver televisión en las mañanas aprendí que hay que creer en el pronóstico del tiempo, después de  que efectivamente las recomendaciones que allí daban era mejor seguirlas que pasarlas por obvias. Ahora mismo, estando en mitad del invierno ha comenzado a subir la temperatura según dicen asemejándose a un clima primaveral (estación que aún no conozco), para todos los que como yo no estamos acostumbrados a cambios de clima tan drásticos, el pasar de casi llegar a grados bajo cero a una temperatura de 18º en invierno fue como una luz de esperanza que nos hizo relajar y tomar impulso, sin embargo, después nos enteramos de aquella noticia que a modo de mito explicaba este fenómeno: el avistamiento de la tormenta de Santa Rosa, ahí me pregunté, ¿qué carajos es eso?


En coincidencia con la festividad de la patrona de Lima, este fenómeno que en realidad se manifiesta hacia finales de Agosto se caracteriza por que durante el invierno sube la temperatura de manera abrupta y hacia el 30 de Agosto vuelve a bajar, se intensifican los vientos, comienzan las lluvias fuertes y por lo tanto diferentes tormentas, a veces de manera intensas y en otras no tanto, todo depende como siempre del otro fenómeno que se vive hoy gracias a la mano del hombre sobre la naturaleza, llamado cambio climático.


Mientras la temperatura sigue estable, creo ser consiente de seguir en invierno y de esperar la llegada de este mito de tormenta que cada año circunda los finales del mes de Agosto, reafirmando nuevamente el poder de la naturaleza y dando paso a la única estación de la que solo tengo referencias florales, pero que como todas las otras quiero vivir y de ahí vuelve y comienza, el guarda ropa se re inventará, los cambios de humor están a la orden del día, el calor me incomoda y no me deja estar cómodo, además de mandarme al menos en dos ocasiones a la ducha para evitar problemas de salud, el otoño me alborota la alergia de la nariz y el invierno me parece la época perfecta para volverse un oso e hibernar solo o acompañado, dedicar un tiempo a escribir, leer, escuchar buena música.


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